Cuando la vida era fácil, cuando tú no opositabas y yo no viajaba tanto en tren, cuando la valentía consistía en rozar el pie de Javi en el barco, cuando el nerviosismo era jugar a la botella con los primos Vázquez y el acontecimiento del verano la fiesta del club, nos empeñábamos en complicar todo hasta el infinito, como cuando te intenté explicar lo que era una integral y tú el derecho canónico.
Y después de tanto atardecer melancólico, de tantas cartas de 6 folios, de tantos recreos con gafas de sol en el pasillo, de tantos miedos en las mudanzas, de todo vaya, vamos y ganamos la partida con un órdago a la grande y no sabemos si cobrarnos la tapa de boquerones en vinagre de premio.
Estábamos preparadas para todo menos para las buenas noticias.