Jackie Kennedy. Yo podría entender mejor que nadie a Onassis. Desde hace dos horas no dejo de escuchar a la Callas a toda pastilla, creo que la escucha toda mi mesa. Desde hace tres debería haber salido de la oficina y aquí estoy.

Te imagino en el metro de NY. Me pregunto si te perderías, yo me perdí tres veces. Es importante saber que los metros express sólo paran en las estaciones marcadas con el punto gordo. Te imagino poniendo la cara que pones cuando no te enteras de lo que te están diciendo pero quieres resultar agradable, como aquél día en el ascensor de El Corte Inglés. Seguro que no te acuerdas. Hay momentos en los que me agobio cuando intento recordar una cara tuya y no puedo, como por ejemplo ahora. Me agobio, no me sale, no soy capaz de dibujarte en mi imaginación como quien dice. Entonces tengo que pararme e ir rasgo a rasgo, en la boca me suelo entretener bastante. Se me olvida a ratos, ya te digo. Como cuando me dices mirándome mucho mientras yo te hablo de cualquier otra cosa A veces se me olvida lo guapa que eres, pues igual, a mí me pasa lo mismo y es un poco agobio.


Yo quería hablar del trabajo pero me he dispersado, últimamente escribo y pienso muy desordenadamente. El caso es que sigo aquí, son las 10, a estas horas yo debería estar duchada y con la cena en la mesa, pero no, estoy sentada en mi sitio, escuchando a la Callas y con ganas de tirar el pisapapales que me regalaron en el otro proyecto contra la pantalla o la ventana. No aguanto a la tipa que se sienta a mi lado. Me pone nerviosa, mucho. Tiene todo lo que no me gusta de mi abuela, y eso no es bueno. Siempre que me quiere llamar acompaña su Bea, con un toquecito en el brazo. Aunque ya la haya mirado y esté pendiente de lo que me tiene que decir, el toquecito me lo llevo, me pone de los nervios. Me dan ganas de pegarle la mano a la mesa con fiso, o papel celo, o como lo llame la gente. Usar la grapadora me parece demasiado radical pero lo he pensado. A veces es un asco que me enseñaran a ser educada siempre.

Me voy a casa. A imaginar Lisboa en el taxi, la semana que viene lo recordaré en el metro.