Te presto mi vida, por un día, te presto mi vida. Quiero que me habites, por un día tú no eres tú y yo soy más tuya que nunca. Un día, te doy mi vida, para ver si así lo consigo. Quiero que lo entiendas.

Será mi cuerpo el que veas reflejado en el espejo a través de unos ojos que no son míos sino tuyos, también te los doy. Tu boca la que pronuncie mis palabras, tu lengua en la que se queden aquellas que nunca acierto a decirte, tu saliva la que la inunde y tus dientes los que muerdan unos labios que hasta ayer fueron tuyos. Serás tú quien escuche las palabras que me hacen feliz, las que me impulsan, las que me paralizan, incluso las palabras que ni tú ni yo pronunciamos. Te mirarás las manos y me creerás ver en ellas. Dedos, uñas, piel. Con ellas derramarás mis ganas sobre un cuerpo que hasta ayer fue tuyo y sentirás mi piel, hoy tuya, erizándose a cada centímetro que recorres.

Por último te doy mis ganas de sentir, de ser, de estar, de volar, de jugar, de saltar, de bailar, de cantar, de gritar. De no ser, de no estar.

Por un día. Para que así, mañana, por fin entiendas quién es quien tiene suerte en esta historia.