<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar/8682120?origin\x3dhttp://elblogdebea.blogspot.com', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>



La que fuera mi ilusión


La ilusión por mi tirita duró casi el mismo número de días que estuve sin cortarme de nuevo.

Justo ahora que me cocinas pasta para cenar. Justo ahora que te preparo gintonics en el sofá del salón. Justo ahora que te aprendes mis turnos y me vienes a buscar. Justo ahora que sé dónde vives.

Sin embargo fue todo tan intenso que me dio para muchos posts escritos en bolsas de comida rápida, en los descansos en los que no coincidíamos, porque los breaks de cocina y mostrador no suelen coincidir. Cosas del trabajo.

Post 1.

Si sigues usando mi cintura como eje de giro cuando vas del grill a la máquina de refrescos corres el riesgo de que me enamore de ti. Es una amenaza, sí.

Post 2.

No entiendes que viviendo en este país no tenga paraguas, pero te gusta verme llegar empapada, protestando por el tiempo mientras me quito el gorro.

No entiendo cómo en tu día libre vienes a comer al trabajo, pero me gusta que te acerques a mi mostrador a pedirme las cosas de una en una.

Post 3.

Después de unos cuantos meses por fin me dieron la chapita con mi nombre, tardaron tanto porque estuvieron mucho tiempo buscando un teclado con Ñ, para poder escribir albiñoca, como no lo encontraron les dije que podían escribir Beatriz.
Mientras tanto en el trabajo me siguen llamando /bitris/ o /bitrix/ o /bia/ o /bi/. Sin embargo tú me llamas /bea/ porque sí que sabes pronunciarlo bien.
Pero yo prefiero cuando me dices /beatriche/ cuando hay mucha gente y no te hago mucho caso si me llamas, porque chasqueas la lengua en la ch y es casi magia.

El caso es que no he tenido tiempo de publicar ninguno de esos post porque tampoco me has dado opción y ahora han dejado de tener mucho sentido, sin embargo, hay uno que sí sigue teniéndolo.


Post 4.

Debes tener poderes o influencias poderosas (la mafia, baby) porque has conseguido cambiar un recuerdo, mejor dicho, cambiarle la cara a un recuerdo.
Porque ahora, cada vez que alguien me pide un McPollo sin mayonesa he dejado de acordarme de noches de paseos por Recogidas y besos con sabor a helado con cacahuetes en el ascensor.
Ahora, sólo escucho un chicken no mayo on top, mi gracias y tu de nada. Tu sonrisa y mi guiño nervioso.


Por cierto, gracias.

0 comentarios

  • albinioca en gmail









ATOM 0.3


Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com