Y no sé cuándo me dejó de dar vergüenza, quizás cuando me contasteis cómo un policía os pidió el DNI cuando os besabais en el 127. O cuando tú, papá, me contaste que andabas hinchado de orgullo por la calle porque tu novia era la niña más guapa de la ciudad, a la que pediste matrimonio a los dos meses de estar juntos y que te costó aguantarte tanto tiempo. O cuando tú, mamá, me contaste que la primera vez que te invitó a cenar pediste un lenguado como la manga de una gabardina porque si te volvía a llamar era porque te quería de verdad.
Y yo no sé muy bien cómo se consigue eso, como la mayoría de las cosas que estás acostumbrada a ver. O a sentir. Pero yo, yo quiero uno de esos. Me pone usted cuarto y mitad por favor.
Feliz aniversario.