Podría hablar de trabajo y contar que me han ofrecido uno genial, de lo mío, bien pagado y en una bonita oficina, o desde casa si quisiera. Pero que claro, es en España y que he tenido que decir que no educadamente dando las gracias.
Y que ayer me felicitaron en el de aquí porque, aunque baile con ella, les gusta como uso la aspiradora.
Y que también ayer me dijeron cinco veces que no en cinco sitios distintos en los que fui a pedir trabajo.

O hablar de la casa y contar que puede que N vuelva a España y que me cuenta sus miedos cada noche mientras busca su paquete de tabaco por la mesa. Que puede que un italiano se instale en la habitación de Bobby pero que mientras hay un chico de Ávila que habla italiano y cocina pasta con nata y queso.

O de mi relación con el cartero que ayer me dejó tres cartas bajo la puerta que me alegraron el día con folios de colores y barquitos de papel musicales.
Quizás seguir hablando de palabras escritas y contar que tengo una carpeta secreta en mi ordenador llena de recortes que leo una y otra vez y que hoy he añadido dos nuevos: esto y esto.
También hablar de Rayuela y decir que he vuelto a retomarla poco a poco, que casi no me hizo falta leer el capítulo 7 porque memoricé frases un buen día, pero que leí unas mil veces parte del 93.

Podría hablar de mucho, pero hoy ha salido el sol y me he preparado un bocata para ir al green yard a comer, por si se me aparece Tom y me cuenta historias de cuando construyó la catedral.
Quizás esta noche pueda volver a ver las estrellas.