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Curándo(me)


El viernes tuvimos fiesta de despedida de N. No fue en nuestra casa porque no tenemos barandilla en la escalera y podía ser peligroso. L me dijo al llegar que le gustaba mucho cómo olía cuando vestía de negro y vaqueros. Había mucha gente y pocos vasos así que tuve que servirme los gintonics en la taza de desayuno de alguien. Comprobé que los no ingleses pueden pronunciar mi nombre como /bea/ y no como /bi/ así que me presentaba a la gente según nacionalidades. Una checa y una italiana –tras explicarles mi dilema- me dijeron que era imposible que los ingleses no pudieran pronunciar /bea/ así que llamamos a uno para demostrarlo. Yo llevaba razón. Hablé mucho de Granada con una chica de Madrid con los dientes muy blancos y un pircing en el labio. Nevaba y esta vez sí cuajó. Quise demostrarle a la nieve que no podía más que yo así que estuve un buen rato en camiseta en el patio mientras le explicaba a un romano de ojos azules cómo se abrían botellines de cerveza con un mechero. Descubrí que puedo hablar en italiano no sé muy bien cómo. Él después me enseñó a decir algo así como tengo un hambre de la leche. Eso no sabía decirlo. Al rato alguien apareció con un plato de lomo. El italiano es muy efectivo. Al final de la noche pude comprobar lo importante que es que la casa tuviera barandilla en la escalera. Me escabullí por la puerta antes de que llegara ese momento en el que no sabes volver a casa y escribí /bea/ en la nieve de los coches de mi calle.

***

Me estoy poniendo buena, creo, por lo menos por fuera. La fiesta me ayudó a recordar cómo soy por fuera cuando no le doy demasiadas vueltas a las cosas. Se te veía de puta madre anoche me dijo N al día siguiente. Me ayudó a ahuyentar los fantasmas por un rato, quizás algún día consiga sentirme como cuando estoy algo borracha y algo fumada, se siente bonito. Sólo espero que la resaca no sea tan mala.

***
El otro día pensé en abandonar, en aprovechar el billete que tengo para abril y volver para siempre. Porque después de las bodas tampoco queda tanto para junio, quiero pasar unos días en Granada, también en Madrid, quizás podría hacerle compañía a mi hermana cuando su cariño volviera a cruzar el Mediterráneo, apuntarme a la escuela náutica, volver a yoga, buscar el curso de submarinismo, y ya casi podría volver a la escuela a por el título y buscar trabajo, o pasar el verano entre la playa y el barco, cenas, vino, un par de fiestas, incluso una por mi cumpleaños, o por el fin de carrera…

Pero si no estoy bien da igual dónde esté, así que supongo que dará igual dónde me ponga buena, quizás allí sería más fácil, quizás no. Sea como sea, quiero aprovecharme de la perspectiva que me da mi nueva posición.

Además, tengo una lista enorme de cosas a conocer antes de irme.
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  • albinioca en gmail









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