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Bailando con la aspiradora


Natalia habla muy bajito, arrastrando las palabras, como si quisiera cerciorarse de que las pronuncia correctamente. Tiene un extraño acento que parece francés aunque ella sea de Eslovaquia. Sin embargo su espalda sí la delata, tiene cuerpo de medallista olímpica en gimnasia rítmica.

En uno de nuestros muchos descansos me ha dicho que me había visto bailando mientras aspiraba la sala de reuniones de la habitación del fondo. Yo pensé que mis leves pasos de baile pasaban desapercibidos, pero no es así.

Me ha preguntado qué estaba escuchando cuando bailaba. Le he dicho que había llenado el MP3 con una selección poco seleccionada de música variada y que no podría concretarle. Entonces ha señalado mi auricular y me ha pedido escuchar un poco. Sonaba Camarón con su Leyenda del Tiempo.

Me ha sido difícil explicarle qué era lo que sonaba, pero por su cara no debió de disgustarle mucho. He intentado contarle que, para mí, eso es arte.

¿Cómo un cuadro en un museo?
Más bien como cuando ves una escultura y la piel en mármol es más real que la tuya propia.

No sé si me ha entendido muy bien, mi inglés no es tan bueno como para poder expresarme con claridad. Podría haberle dicho que la voz de Camarón para mí es arte, como las manos de Lola Flores bailando sevillanas en la película de Carlos Saura, como José Mercé llevando el compás con los nudillos sobre una mesa de madera o como el vuelo de los volantes de Sara Baras. Supongo que no me hubiese entendido de todos modos.

Acabó el descanso y yo volví a coger a mi compañera de baile. Sonaba Marlango así que bailé muy despacio.
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  • albinioca en gmail









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