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En estos días he hecho muchas cosas


El sábado fuimos a la Alhambra a una visita nocturna, no hacía más frío porque no cabía en la noche, pero mereció la pena. Mientras caminábamos por los jardines B. nos estuvo enseñando las constelaciones, yo veo muy mal así que tuve que echarle bastante imaginación. En el patio de Comares jugamos a buscar las estrellas reflejadas en el agua, M. enseguida encontró Marte, que no es una estrella pero se reflejaba igual. Yo sólo veía una mota flotando en el agua, así que me tuve que poner sus gafas para poder ver algo, después estuve toda la noche quitándoselas a ratos para ver el cinturón de Orión, su espada y los cuernos de Tauro (creo).
Esa noche acabamos en la playa, llegamos tarde, no sé la hora porque yo sin mareas me pierdo. Paseamos, bebimos sidra, tiramos piedras al agua, escuchamos música y encontramos dos luciérnagas (no en ese orden).

El domingo tenía tantas ganas de que pasase el otoño que iba por la calle evitando pisar las hojas caídas, por si al otoño le daba por agarrarse a las suelas de mis zapatos y no se escapaba. Así que estuve bastante ocupada todo el día, como Jack Nicholson en Mejor Imposible.

El lunes terminé la carrera, como digo he hecho muchas cosas estos días. B. me dijo que Dalí cuando tenía que hablar en público se apretaba mucho los cordones para pensar sólo en el dolor de pies, yo tenía dolor de muelas así que usé zapatos sin cordones. Estuve dando muchas vueltas por el pasillo hasta que me llamaron, mis pasos sonaban mucho: clac clac clac... me acordé de mi abuela María que decía que no le gustaban los italianos porque siempre le sonaban los zapatos. Yo seguía con lo mío, clac clac clac... Entré, hablé y salí. Me felicitó mucha gente, parecía mi cumpleaños. Después fui a casa de Mery, cuando me vio me dijo que si no fuera porque me conocía y por las chapas de mi maletín creería que era una persona seria. Me dio un abrazo, tenía tantos nervios acumulados que se me escaparon por los ojos y le mojé el hombro. Por la noche me fui de cena con la niña de los congresos, la niña de las entrevistas en Madrid y la niña del master. Para celebrarlo claro. Pasta, pasteles y cócteles. Volví a casa con un toro de peluche bajo el brazo, Botánico para los amigos. Botánico tiene una bolsita de tela colgada del cuello, si la aprietas suena un mensaje que hace sonreír hasta al más seco del lugar.

Hoy, martes, al despertarme por fin tenía los ojos del todo abiertos. Llevaba tantos días durmiendo mal que iba por la calle con los ojos medio cerrados, casi que me choco con una farola más de una vez.

Y eso es todo. Hasta ahora.
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  • albinioca en gmail









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