Llueve, supongo que es un día propicio para la lluvia. A media mañana se me ha cogido la garganta, como cuando duermes destapada y con la ventana abierta. Será por la lluvia.


A mí me encanta la lluvia, sobre todo en la playa. Porque la arena mojada desprende un olor romántico que se mezcla con el de la paja mojada del chiringuito y el agua se vuelve verde, como en Septiembre. Bajar descalza cuando todo el mundo vuelve corriendo por el caminito tapándose con las toallas. Caminar hundiendo los pies en la arena hasta la orilla y zambullirme de cabeza en la ola más grande que se acerque. Bucear. Sí. Mucho rato. Siempre me da la impresión que aguanto la respiración más tiempo de lo normal esos días. Volver a la superficie casi sin aire y notar como la lluvia te sigue mojando la cara, luchando contra la sal del Atlántico.
Es como seguir buceando. Pero en la lluvia. Quizás por eso piense que aguanto mucho rato.



Supongo que llegó el día de guardarlas.



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