<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar/8682120?origin\x3dhttp://elblogdebea.blogspot.com', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>




Un día en primero de carrera se me acercó una señora en la parada de bus de línea tendiéndome un billete de autobús. “Toma. Usa el trasbordo del billete de mi hija que se baja aquí. Así te ahorras picar el bonobús, que está muy caro”. Estuve por reclinar tan generosa oferta pero la mirada amable de la señora me convenció. Acepté extrañada y le agradecí la oferta. Al minuto llegó el autobús. Nos sentamos una al lado de la otra. “¿Vas a clase?” “Sí” No quiso saber nada más de mí y tampoco parecía dispuesta a dar a conocer más detalles de su vida.
La escena se repitió en muchas ocasiones durante los cuatro años en los que cogía el bus en esa parada. Siempre igual. Me ofrecía el billete y comentaba lo caro que era el transporte público. Durante el trayecto rara vez cruzábamos más de un par de frases.
Un día la vi bajar del autobús con una chica de unos 30 años. Su hija supongo. No sé nada más de ella. Sólo que huele siempre a limpio y que lleva las manos muy cuidadas.
Hoy caminando hacia la escuela me la he encontrado en la parada de siempre. Me ha sonreído y me ha preguntado si me iba a montar en el autobús que acababa de llegar. Pensaba ir andando pero tenía ganas de compartir un viaje con mi amiga en el silencio. “No te veo este año por aquí” “Es que me he cambiado de piso” “Ah. ¿Cuántos baños tiene?” “Dos” “Estupendo” Y ahí ha terminado la conversación.
No sé si en algún momento le comenté que mis otros pisos tenían un solo baño pero se ha quedado muy contenta.
Me ha apretado el brazo cuando se ha bajado a modo de despedida.
Son cosas que echo de menos de mi antiguo barrio.
Mi amiga del autobús y el olor de la panadería de de la esquina.
0 comentarios

  • albinioca en gmail









ATOM 0.3


Weblog Commenting and Trackback by HaloScan.com