"Pues quedamos en eso entonces" "Estupendo. Muchas gracias" "Hasta luego" "Hasta luego". Cerró la puerta del despacho con la misma sonrisa dibujada en el rostro que había tratado de mantener durante toda la conversación. Debería haberse sentido aliviada pero una enorme angustia le oprimía. Recorrió el pasillo como un autómata sin percatarse de las personas que se cruzaba en su camino. Cogió el teléfono, marcó el 1 y le dió a llamada.
"Ya está, todo arreglado" "¡Qué bien! Me alegro. ¿Como tú querías? Cuéntame" "Sí...bueno... estoy algo liada ahora, llamo por la noche" "Estupendo. Un beso" "Ciao" No se creía sus propias palabras...¿Todo arreglado? ¿Como quería? Llegó hasta las escaleras y se sentó, con la vista fija en la pantalla del móvil, estudiando los píxeles que iban marcando el paso del tiempo. Una voz le sacó del letargo.
"¿Estás bien?" Levantó la vista y se encontró a la persona que le había arrojado el chaleco salvavidas en la tormenta. Por un momento pensó que ese chaleco llevaba prendido un lastre de una tonelada que la arrastraba al fondo del abismo.
"Sí, sí, gracias, espero una llamada" "Vale. Nos vemos" "Adiós". Necesitaba escapar, correr. Acababan de poner un puente que salvaba el vacío entre las dos orillas. Su orilla, a la que tanto le costó acostumbrarse, a la que tanto le costó darle color, en la que por fin era feliz. Y la otra orilla, a la que desea llegar, la que anhela y la que quiere empezar a colorear. Y al mismo tiempo la que la aterra.
Una debería estar acostumbrada a que sus planes y sueños se desmoronen cada segundo, a tener que volver a constuirse ilusiones. Pero por una vez en mucho tiempo, no he sido yo la que ha desmoronado mis sueños, es extraño, cuando crees tener todo bajo control te dicen una frase y te descolocan.
Me odio cuando soy tan tremendista. Busco problemas donde no los hay. Miedos y dudas donde la gente que me rodea ve sólo nuevas oportunidades. Y me revienta no ser capaz de ver a primera vista esas oportunidades, llevo meses diciendo que lo necesito, que me apetece, que quiero un cambio de ritmo, que la monotonía en la que se ha convertido mi vida en esta ciudad me ahoga.
"Quiero vidilla ¿sabes? Un poco de movimiento, cosas nuevas, conocer gente, cambiar de ritmo, ir con prisas" Y conforme más se acerca ese momento más miedo me da poner un pie delante del otro.
Yo y mis planes. Todo pensado. Paso a paso. Mes a mes. Día a día. Y ahora de un plumazo me adelantan el momento de dar el sato y parece que me dejan menos metros de lo normal para pillar carrerilla. Y quiero saltar ya. Y veo ventajas por doquier. Pero tengo las rodillas entumecidas y sólo tengo ganas de correr unos metros en sentido contrario para poder volver a tener mi pista de entrenamiento.
Quiero volverme pequeña,
pequeña,
pequeña... Y dormir para poder despertar de este mal sueño que me rodea y que yo sola me he montado. Me asusta la soledad de mi almohada y me gustaría poder quedarme dormida al ritmo de otros latidos que me calmen... pum pum...pum pum... porque los miedos son los mismos, pero me hago gigante perdida en un cuello.
En días como hoy una desearía que el tiempo se pudiese controlar desde un teclao de ordenador.
Avance página de estos días.
Suprimir tanto miedo estúpido.
Insertar valor. A chorro. En realidad lo que me gustaría es un botón para ocultarme y fuerzas para pulsar el botón de desbloqueo.
[Won't break me down. Won't brick me up, won't fence me in. I want a love, that don't mean a thing]