Lo bueno ( aunque pueda resultar agotador ) de que venga a alguien de visita por primera vez es que tienes oportunidad de enseñarle la ciudad, o por lo menos tu versión de ella. La verdad es que en esto de enseñar Granada a cualquiera que venga soy un tanto... clásica: selección de las mejores tapas Granainas, callejeo por la Catedral y Alcaicería evitando a las múltiples vendedoras de romero que tratan de leer tu mano a toda costa, paseo por Plaza Nueva y Paseo de los Tristes, ruta en los minibuses suicidas hasta la plaza de San Miguel Bajo, degustación del mejor plato alpujarreño de Granada, capuccino y pionono en Casa Pasteles en el Albaycin, atardecer en el mirador de San Nicolás, visita a las teterías y parada en la de Casa Bañuelos para tomar la mejor tarta de almendras y dátiles de la ciudad, copa de helado en Bohemía acompañada con música de piano en vivo, paseo por la Alhambra y palacio de Carlos V, copa tranquilita en Faraguit al lado de una chimeneita, shawarma a las mil de la madrugada a modo de desayuno en Kebab King... Lo que nunca, nunca falta es pasar por la plaza Trinidad y ver una pintada que reza así: